Los asirios son uno de los pueblos que se asentaban al norte de Mesopotamia. A partir del 1250 a.C. los asirios tomaron posesión de Mesopotamia y se establecieron al norte de Babilonia, en el valle superior del Tigris. Era un pueblo era belicoso, cruel y feroz. Sus capitales fueron Nínive y Assur, ubicadas cerca del río Tigris.
Desde su centro en Mesopotamia, los asirios construyeron un imperio que se prolongó durante más de un milenio, desde aproximadamente la fecha antes citada hasta su caída definitiva en el año 612 a.C.
Palacio de Sargón II en Khorsabad (Dur Sarrukin)
En su momento de máximo esplendor sus dominios se extendieron desde Mesopotamia hasta Egipto, llegando también hasta la frontera con el actual Irán, en lo que fue el mayor imperio de la Antigüedad antes del fundado por Alejandro Magno. Ciudades míticas como Nínive o Kalkhu (hoy Nimrud) nos han dejado restos arqueológicos todavía imponentes: grandes puertas, esculturas colosales, profusos relieves narrativos…
Los reyes asirios estaban convencidos de que su misión era someter al mundo a su dios, Assur. En sus mensajes a él, rendían cuentas de las campañas que habían realizado en su nombre y en su honor. Creían que podían alegrar y aplacar sus iras si aplicaban crueles castigos a los derrotados. Y este va a ser el objetivo de sus soberanos más poderosos, como Senaquerib Assurnasirpal, Assurbanipal, Tiglatpileser o Sargón, reyes que han alcanzado una fama legendaria, gracias en buena parte al legado que nos ha dejado en sus palacios o incluso por sus menciones bíblicas.
Pero el rasgo que más ha caracterizado la imagen histórica de los asirios ha sido su recurso a la violencia y el terror. Arrasaron pueblos, devastaron países enteros, enviaron al cautiverio y al exilio a millares de personas y sembraron en todas partes el terror y la muerte. Los relieves de los palacios asirios muestran una sucesión de escenas bélicas en las que las conquistas por la fuerza son seguidas por crueles castigos contra los vencidos.
Es cierto que tales relieves tenían una función de propaganda e intimidación, pues se colocaban en las estancias que visitaban primero los embajadores y enviados extranjeros. Pero otras fuentes confirman que, sobre todo durante el Imperio Nuevo, los soberanos asirios practicaron una política de terror en su voluntad de establecer un imperio universal.
Relieve asirio. Despues de la conquista de la Ciudad Lachish de Judea por el rey Senacherib, sentado en su trono, recibe a los prisioneros de Lachish
El imperio asirio alcanzó su mayor apogeo alrededor del 700 a.C., cuando se extendía de Armenia hasta Egipto y desde el Asia Menor hasta Irán y el golfo Pérsico por el sur. Sus reyes no sólo eran los reyes de Asiria, sino que además se otorgaban los títulos de rey de Sumer y Accad, soberano de los reyes y príncipes sirios, cananeos y judíos y, desde el año 671 a.C., ocupaba el trono de los faraones.
El último de los grandes emperadores asirios fue Assurbanipal, quien fomentó las artes y letras, hizo construir magníficos templos y palacios y formó una gran biblioteca donde reunió, escritos en signos cuneiformes sobre tablillas de arcilla, los documentos más importantes de las civilizaciones sumerio-acadia, babilónica y asiria. Las ruinas y los escritos fueron encontrados por los arqueólogos bajo la ciudad de Nínive.
Deportación de los vencidos en Astartu (Jordania) por Tiglatpileser III. Siglo VIII a.C., Museo del Louvre.
El imperio asirio, por sus características, basado en el terror y la violencia y, además, cobrador de altos tributos, no podía durar. Una de sus medidas habituales fue la deportación en masa de poblaciones derrotadas; Senaquerib llegó a trasladar a un cuarto de millón de habitantes de Babilonia tras reprimir una rebelión de la ciudad.
Obelisco de Salmanasar V, 824 a.C. British Museum, sumisión y entrega de tributos de los vencidos
El ejército asirio fue asimismo uno de los más poderosos y mejor organizados de la Antigüedad. Constituido sobre una base permanente desde el siglo VIII a.C., se distinguió por el uso de la infantería y de la caballería, que le daba mayor movilidad que los tradicionales carros de guerra, así como por su efectividad en las operaciones de asedio de ciudades, gracias al empleo de una sofisticada maquinaria.
Saqueo de los asirios de la ciudad egipcia de Tebas (664 .aC) , empalamiento de los derrotados.
Los asirios luchaban continuamente para mantener a los distintos pueblos bajo su dominio. Para demostrar su poder, destruían completamente las ciudades capturadas y las tierras de cultivo que las rodeaban; se llevaban sus tesoros como botín y a sus habitantes los mataban o hacían prisioneros. La mayor parte terminaba como esclavos; el resto era enviado a otras ciudades para que contaran lo que habían sufrido, con el fin de evitar rebeliones.
Organizaron un gran ejército compuesto por infantería y caballería. Fue el primer ejército que se conoce que utilizara armas de hierro.
La infantería estaba armada con arcos, flechas, ondas y lanzas, mientras que la caballería usaba arcos y lanzas. Los carros de guerra, tirados por caballos, llevaban un conductor, un arquero y un soldado con escudo. También contaban con torres portátiles con ruedas para el asalto, que tenían espacio para los arqueros. La infantería estaba integrada por arqueros y piqueros que vestían protegiendo el cuerpo con una coraza hecha con trozos de cuero; la cabeza estaba defendida por un casco o yelmo de metal coronado por una cimera (se llama así a la cima del yelmo, generalmente adornada de plumas u otros ornamentos). El escudo era redondo. Empleaban como armas un arco curvado, flechas cortas, lanza y espada también corta.
Utilizaron el caballo como arma de combate, espadas de hierro, carros de guerra, lanzas, armaduras de metal, siendo la caballería la fuerza de choque, que apoyaban la obra sanguinaria de un ejército rudo y poderoso, a cargo de jefes militares, que ejercían su autoridad, respetando la supremacía del rey, que además ejercía el poder político y judicial y religioso.
Llegaron a contar hasta con una fuerza naval. Cuando atravesaban ríos, los soldados cruzaban sujetos a pieles infladas, los caballos nadaban y los carros se llevaban en pequeñas embarcaciones circulares.
Asiria se fue convirtiendo en el centro de un nuevo imperio. Los reyes de los pequeños reinos vecinos no tenían otra opción que declararse súbditos del rey asirio y de pagar a modo de regalo grandes cantidades de oro, plata y piedras preciosas.
Este gran ejército contribuyó a que entre los años 1318 a. C. y 1050 a. C., el Imperio Asirio se convirtiera en el primer gran imperio militar de Mesopotamia. Con su gran profesionalidad consiguieron llegar hasta el lago Van en Armenia y por el oeste hasta el mar Mediterráneo. El gran imperio finalizó con la muerte de Tiglatpileser I (1116 a. C.-1077 a. C.).
Entre los pueblos reprimidos empezó a crecer el odio y la oposición. El rey de la ciudad de Babilonia se unió con el pueblo indoeuropeo de los medos, quienes desde la meseta de Irán atacaron el corazón de Asiria. En el año 612 a.C. cayó la capital, Nínive; sus lujosos palacios y templos fueron incendiados. Sardanápalo, el último rey de Asiria, se lanzó a las llamas.
Han llegado muchas muestras de su brutalidad y de los métodos de dominación en múltiples grabados firmados por algunos de sus principales y más representativos reyes: Tiglat-Pileser I, Assurnasirpal II, Tiglat-Pillesher II. También han llegado escritos de su poder como este texto de Assarhardon (siglo VII a.C.) que dice lo siguiente:
" Será vuestro rey y vuestro señor. Puede derribar al poderoso y elevar al débil, ajusticiar al que lo merezca y perdonar al que pueda serlo. Escucharéis todo cuanto diga y haréis lo que ordene. No incitaréis a ningún otro rey, a ningún otro señor en contra suya".
Para comprobarlo aquí están los siguientes textos que explican la crueldad de los asirios.
"Los cuerpos de mis enemigos derribé como lo hace el dios de las tempestades; corría sangre en sus barrancos. Les corte las cabezas y las amontoné a la entrada de sus ciudades, como gavillas de trigo. Arrebaté sus posesiones y los despoje de sus bienes." Tiglat-Pileser I, crónica de conquista de pueblos del Mediterráneo ,cilindro de arcilla, Museo Británico.
Grabado que representa a soldados asirios, contabilizando el numero de enemigos abatidos en batalla por medio de sus cabezas.
"Levanté un pilar en la entrada de la ciudad para colgar los pellejos de los príncipes a los que hice arrancar la piel. Algunas pieles estaban en el pilar, otras colgadas con estacas a su alrededor. A algunos rebeldes solo los hice descuartizar..."
Assurnasirpal II. Panel procedente del palacio de Senaquerib en Ninive, principios del siglo séptimo a.C.
Asirios desollando a los prisioneros de Lachish. Paneles de piedra del Palacio suroeste de Senaquerib (700 - 692 a. C.) Nínive
Los degollé como si fueran corderos. Corte sus preciosas vidas como quien corta un hilo. Como la abundante agua de una tormenta hice que el contenido de su garguero y de sus entrañas fluyera sobre el llano abierto. Mis corceles saltaron haciendo cabriolas en los arroyos de sangre y suciedad. Con los cuerpos de sus guerreros llene la planicie como si fuera hierba." Tiglat-Pillesher II.
Bronce representando soldados de Salmanazar III mutilando a un prisionero.
“No dejé a uno solo, joven o viejo, con sus cadáveres llené las anchas calles de la ciudad…” (Senaquerib 704-681 a.C.)
“¡No respetes a ningún dios! ¡No temas a ningún hombre!” Da muerte tanto a jóvenes como a viejos, al lactante y al bebé, ¡no dejes a ninguno!” (Poema de Erra)
"Mis carros de guerra aplastan a los hombres y las bestias y los cuerpos de mis enemigos. Los trofeos que conquisto están hechos de cadáveres humanos, de los que he arrancado los miembros y las cabezas. Hago cortar las manos a todos los que prendo vivos". Escenas narradas por los escribas de Sares como Sargón y Asurbanipal..
Ningún ejercito en su tiempo, llevo la guerra a lugares tan remotos como ellos, fueron los mas brutales y sanguinarios-al igual que otras culturas, pero a estos no tenían ningún pudor en representar, torturas, decapitaciones, descuartizamientos, empalamientos, desmembramientos, ojos sacados de sus órbitas y otra clase actuaciones para la represión y con lo que aumentaba su imagen de brutal ejército.