jueves, 2 de mayo de 2013

El culto a los gatos en el Antiguo Egipto


Los gatos egipcios parecen que han tenido un seguro de vida. Desde el Antiguo Egipto los habitantes de este territorio tenían absolutamente prohibido matar a un gato; ese acto incluso se castigaba con la pena de muerte. Y es que Bastet, la diosa gata, en la mitología egipcia era considerada la protectora de la familia. Pero también, deidad de la alegría, del placer, la fecundidad, la danza, la música y la feminidad. Se podría decir que el ideal de belleza femenina tenía en Egipto forma de gata. 

Cuando el gato de la casa moría, en señal de duelo sus habitantes se rapaban las cejas. Si la familia era pudiente, incluso los gatos se mandaban a embalsamar. En Berni Hassan, en su momento Bubastris, cuyo nombre significa “Casa de la Diosa Bastet”, en 1890 se encontraron alrededor de 300.000 gatos embalsamados en un cementerio dedicado a ellos. Además desde el Imperio Medio (2060-1786) se les representaba en las tumbas y esta situación pervivirá hasta finales del siglo IV después de Cristo. 

Estas primeras representaciones en el Imperio Medio coinciden con la aparición de las primeras momias de este animal. Entonces, el gato, la mujer y la divinidad estaban íntimamente ligados en la cultura y la religión egipcia. Existe incluso una leyenda sobre el carácter divino de los gatos en Egipto. 

Según cuenta la leyenda, Ra, el Dios Sol, se enfadó con los hombres por haberse revuelto contra el poder divino y les envió como castigo a Sejmet, una leona feroz y sedienta de sangre. La masacre que provocó fue tal que tuvo que huir de Egipto hacia Nubia, pero un enviado de Ra la buscó, la calmó y la hizo volver a Egipto bajo la forma de una gata. Sin embargo, aun así, la diosa Sejmet quedó asociada a la destrucción y la guerra. 
La hermana de Sejmet era Bastet, una ligada a la Luna y la otra, al Sol. Los dos ojos de Ra. Herodoto (484-424 a.C.), historiador griego que viajó por Egipto hacia el año 450 a.C. señalaba que “…la gente de las ciudades adoran al dios al cual está consagrado el animal, cortan al rape el pelo de los niños, o solamente la mitad o incluso la tercera parte, y el peso en plata del pelo cortado se entrega a la servidumbre del animal en cuestión. Con este dinero se compra el pescado con que se nutre a los animales sagrados. Si alguien mata voluntariamente a uno de estos animales es condenado a muerte y si lo hace involuntariamente, paga una multa que fijan en cada caso los sacerdotes… “Cuando se declara un incendio, es sorprendente lo que sucede con los gatos. La gente se mantiene a cierta distancia cuidando a los gatos y sin preocuparse lo más mínimo de apagar el fuego. Pero los gatos se escurren por entre la gente o saltan sobre sus cabezas y se precipitan en el fuego. Y cuando esto sucede, los egipcios se quedan muy apenados. Cuando en una casa perece un gato de muerte natural, todos sus inquilinos se afeitan las cejas (…). Los gatos muertos se llevan a un lugar sagrado donde son embalsamados y luego se entierran en Bubastis (…).” 

La diosa gata estaba representada en Egipto con cuerpo de mujer y cabeza de gata. Otra costumbre consistía en colocarles amuletos de Bastet a los recién nacidos con el objeto de protegerlos de las enfermedades. El amor, el respeto e incluso el temor a los gatos estaban tan arraigados en las costumbres egipcias que matar a un gato implicaba pena de muerte. El culto a la diosa Bastet se celebraba con procesiones que transportaban a la deidad en barcas cubiertas de flores. Estos ritos duraban toda la noche y culminaban al amanecer.

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